Supersticiones, rituales y otras manías de los pilotos

Números "mágicos”, ropa de un color, comidas, gestos, tics… A menudo no es por nada especial. Simplemente, una forma de interiorizar un protocolo previo, como el repaso de manual que hacen los pilotos de avión antes de abordar un despegue. Desde los futbolistas que siempre entran al campo con el mismo pie, a tenistas que utilizan una misma camiseta o calcetines durante todo un torneo, el mundo del deporte está plagado de rutinas, supersticiones y manías que ayudan a aumentar la confianza antes de afrontar una competición. No cabe duda que puestos a pensar en esas manías que algunos pilotos tenían –y todavía siguen teniendo–, el primero que nos viene a la memoria es el gran Ángel Nieto. Su mítico "12+1” responde precisamente a una de esas supersticiones asociadas a la mala suerte, porque a Nieto nunca le gustó "el numerito del 1 con el 3”, como decía él, y siempre se resistió incluso a nombrarlo, no fuera a darle mal fario… Su animadversión le llevó a cambiar de habitación cuando le correspondía una con este número, e incluso a cambiar de planta en los hoteles donde se alojaba… Pero las costumbres de Nieto no se reducían a eso. Hubo un tiempo, al inicio de su carrera, que siempre temía que alguien pudiera entrar por la noche en el garaje del equipo y sabotear su moto, así que era el último en salir y el primero en entrar en el box, y para "precintar” la puerta recurría a algún truco como dejar enganchado un cabello o un fino papel entra la puerta y el marco. Si al día siguiente el “sello” no estaba en su sitio eso quería decir que su garaje había sido profanado… Cuando estrenaba un mono, antes de salir por primera vez a pista con él, solía arrastrarlo por el suelo antes de ponérselo. Era una forma de alejar de sí la sombra de las caídas y se ha convertido en un ritual que muchos otros pilotos detrás de él han heredado. Afortunadamente, el tiempo y los éxitos le permitieron ganar confianza y dejar de pensar en esas cosas, aunque hubo rivales que intentaron explotar las supersticiones de Nieto, sin mucho éxito. Uno de ellos fue Maurizio Vitali. No contento de correr con el número 13, algo que tiene que ver tanto con sacar de sus casillas a Nieto como con el hecho de que el 13 es el número de la buena suerte en Italia, Vitali decidió pintar un gato negro en el colín de su moto. Aunque de poco le sirvió: Nieto siempre iba por delante de él. Esto del gato negro no es nuevo. En los años veinte y treinta del pasado siglo, hubo un piloto de lo más peculiar, Eric Fernihough, que en 1928 fue campeón del Gran Premio de Europa –el primer antecesor del Mundial de MotoGP, que se disputaba a prueba única– en la categoría de 175 c. c., pero además se distinguió por ser un especialista en la caza del récord de velocidad. En los años treinta siguió corriendo en los Grandes Premios, pero se convirtió en la alternativa a los principales fabricantes de la época –alemanes e italianos– en la caza del récord, con una moto desarrollada por él mismo basada en un motor V2 de 998 c. c. Era una especie de genio loco, porque además de ingeniero y químico, era un hombre tremendamente supersticioso. Tuvo un grave accidente el 13 de julio de 1933. Más tarde, un viernes 13 volvió a sufrir otro fuerte accidente, así que decidió renegar de ese número, llegando a rechazar realizar tentativas de récord cuando la fecha de la prueba era el día 13. El bueno de Ferni, como todo el mundo le llamaba cariñosamente, aseguraba que le habían echado un maleficio, y para conjurarlo decidió pintar en su casco y en el frontal de su moto una imagen de un gato negro. Desde entonces, a Ferni y sus motos los llamaban Scalded Cats, los gatos escaldados. No le fue mal, porque en 1937 llegó a batir el récord, y durante cuatro meses su marca de 273,244 km/h se mantuvo como el récord de velocidad en moto, hasta de que Piero Taruffi la superó por un escaso km/h. Otras manías Lo de Fernihough fue rizar el rizo, sin duda, pero las manías y los hábitos curiosos, por decirlo de alguna forma, son una constante en el mundo de las carreras. A veces forma parte de un ritual. Subirse a la moto por un lado y bajarse por el otro siempre, o hacerlo de una determinada manera, como era costumbre en Valentino Rossi, que se apeaba por el lado izquierdo pasando su pierna derecha por encima de los semimanillares. Claro, su 1,81 m y sus largas piernas se lo permitían. A otros les gustaba relajarse antes de la salida echándose un pitillo. Eran otros tiempos, en los que los pilotos no eran los atletas que conocemos hoy. El colmo de este vicio lo representaba Barry Sheene, que llegó a practicar un agujero en la mentonera de sus cascos para poder dar unas últimas caladas en la misma parrilla de salida, poco antes de arrancar. Y luego está el tema de la ropa. A Sheene le gustaba llevar bajo el mono una camiseta del piloto norteamericano Gary Nixon, una costumbre que mantuvo hasta sus últimos días en las carreras. Marco Lucchinelli, el Campeón del Mundo de 500 en 1981, muchas veces se ponía camisa y corbata bajo el mono. Lo de Walter Migliorati, contemporáneo de Lucchinelli, rayaba el fetichismo: en ocasiones se ponía la ropa interior de su mujer bajo el casco. Sin comentarios. Claro que, puestos a hablar de ropa interior, cómo no recordar esa vieja costumbre de Marc Márquez, que desde que llegó al Mundial siendo todavía un adolescente se habituó a llevar calzoncillos de un determinado color: en entrenamientos de color azul, y en carreras de color rojo. Por supuesto, no son los mismos calzoncillos de cuanto tenía quince años, pero aún hoy esa vieja costumbre se mantiene. No le hace más rápido, pero forma parte de su ritual para conseguir esa concentración imprescindible para salir a pista. The post Supersticiones, rituales y otras manías de los pilotos appeared first on Box Repsol.

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