Borja Gómez, la impotencia y la injusticia

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Borja Gómez no debería haber muerto. No es una frase hecha, aunque se escuche cada vez que hay un accidente fatal en el mundo del motociclismo. En este caso, es la sensación colectiva de que, además de la terrible e inevitable suma de circunstancias que se combinan en sucesos así, la falta de seguridad en Magny-Cours fue decisiva para llevarse por delante la vida del piloto murciano de 20 años. La impotencia que siempre recubre estas tragedias se ha magnificado durante este fin de semana sobre el trazado galo, al que el JuniorGP acudía por primera vez. Sin entrar en detalles escabrosos sobre el incidente, los testigos allí presentes denuncian dos hechos intolerables: la ausencia de banderas en el momento de su caída y una exasperante lentitud en la ayuda posterior. Testimonios que no hacían sino incrementar esa sensación de impotencia y rabia que se elevaban por encima del desconsuelo de haber perdido a un piloto fantástico y a un chaval excepcional. Una impotencia que se tornaba superlativa con la decisión de seguir corriendo como si nada. Quizás hay veces que el show no deba continuar... Toda esa impotencia no es más que la materialización anímica de una situación de injusticia. Porque es terriblemente injusto que Borja Gómez ya no esté entre nosotros. Porque es profundamente descorazonador pensar que solamente cuatro días antes estaba, con una sonrisa de oreja a oreja, atendiendo a los micrófonos de la RFME tras ganar la carrera dominical del ESBK Superbike en Motorland. Una impotencia que se multiplica al pensar en lo injusto que resulta su palmarés. No por exiguo, sino por inacabado. Cualquiera que haya seguido la trayectoria de Borja Gómez en el último lustro habrá encontrado un tanto inexplicable que su último título sea el de campeón de España de Supersport en 2021. Borja Gómez es el campeón de España del ESBK Supersport 2021 Resulta inevitable ahora echar la vista atrás hasta 2022, cuando realizó su temporada de debut en el Campeonato de España de Superbike con la Yamaha YZF-R1 del Cardoso Racing y solo un súper regular Tito Rabat le privó del título. Con tan solo 17 años y sin experiencia con las motos de 1.000cc, ganó siete de las ocho últimas carreras del año para ser subcampeón. Una temporada excelsa que atrajo muchas miradas y que le permitió ser el elegido por Sito Pons para reemplazar a Jorge Navarro en las dos últimas carreras del año en el Mundial de Moto2. Tras debutar con un vigésimo puesto en Malasia, finalizó duodécimo en Valencia, codeándose con pilotos mucho más experimentados pese a ser totalmente novato en la categoría. Su ascensión estaba siendo meteórica. Daba igual la cilindrada o el campeonato, prototipo o serie. Siempre era rápido. Quemaba etapas a una velocidad de vértigo y parecía estar llamado a grandes cosas, a convertirse en un bastión más del creciente motociclismo murciano junto a Pedro Acosta y Fermín Aldeguer, con los que coincidió en la parrilla de Moto2. Un año después, mientras Acosta y Aldeguer hacían un doblete histórico para la región en Sepang, Gómez se había quedado sin sitio. La oportunidad que le dio el Fantic Racing tenía fecha de caducidad y, tras disputar trece grandes premios, le bajaron de la moto para hacer hueco a un piloto italiano como Mattia Casadei, cuyos resultados fueron netamente peores que los de Gómez. Otra vez aparecía la impotencia de verse despojado prematuramente de una oportunidad que le había costado años granjearse. Pero Borja no se rindió: se presentó en la penúltima cita del Europeo de Moto2 y salió de Aragón con dos podios. Aun así, para 2024 decidió salir del paraguas Cardoso-Fantic y aceptar la oferta del Team Laglisse para volver a la clase reina del ESBK, ahora con una Honda. Tras un año fuera del campeonato, regresó por todo lo alto con un doblete en la cita inaugural de Jerez. Sin embargo, una lesión le dejó sin correr en Valencia, lo que acabaría siendo decisivo. Borja Gómez mira hacia atrás entrando vencedor en meta Regresó tocado en Estoril y eso lo aprovechó el riojano Unai Orradre para escaparse en la general, abriendo una brecha que Gómez ya no pudo recortar pese a ganar cuatro de las últimas ocho carreras, repitiendo el subcampeonato de dos años atrás. Una vez más, la impotencia: había vuelto a demostrar que era, indiscutiblemente, el más rápido de la categoría, pero una lesión le había privado del título. Al menos había dejado el sello también en el Mundial de Supersport, puntuando en dos carreras como sustituto con una Kawasaki que estaba lejos del nivel de las mejores motos. Una lesión que también le dejó sin participar esa temporada en el Europeo de Moto2, donde había aparecido inscrito con el Laglisse. Al recuperarse de la misma decidió apostarlo todo al ESBK y no pudo ser campeón, así que quizá por eso decidió que en este 2025 sí que iba a redoblar esfuerzos, esta vez con dos Honda de serie: la 1.000 en ESBK y la 600 en el JuniorGP, pero ahora en el Europeo de Stock. La sensación era que sí, que este iba a ser su año. Porque, cuando un piloto es tan bueno, las piezas terminan encajando; y su puzle iba cogiendo forma. Además, en el Laglisse había encontrado la confianza necesaria para su ambicioso doble asalto: ser campeón nacional y continental en la misma temporada. Y estaba en ello, vaya si lo estaba. Con cuatro victorias en seis carreras (en otra cayó cuando lideraba y en la penúltima tuvo problemas de neumáticos y fue cuarto) comandaba la general del Campeonato de España de Superbike, decidido a sacarse la espina de esos dos subcampeonatos en los que se sabía más rápido que el campeón. Al mismo tiempo, había desmantelado por completo el estatus de 'Copa Yamaha' que había adquirido el Europeo de Stock, donde las R6 habían ganado absolutamente todas las carreras desde su creación. Tras debutar con un segundo puesto en Estoril, hizo historia en Jerez logrando la primera victoria de Honda en el certamen para auparse al liderato. Borja Gómez logró la primera victoria de Honda en el Europeo de Stock Así llegaba el de San Javier a Magny-Cours: líder de los dos campeonatos que compaginaba y dispuesto a seguir despojándose de la impotencia de los años anteriores, donde sus numerosas victorias de fundieron con diversas injusticias en forma de lesiones y extrañas decisiones de equipos. Él sabía, como cualquiera que le hubiera visto correr en las últimas temporadas, que ESBK y JuniorGP se le quedaban pequeños. Lo sabía y estaba decidido a abrirse hueco a nivel mundialista a base de más victorias y, por fin, títulos. Había decidido canalizar las impotencias volviéndose mejor piloto para que, cuando llegase una nueva oportunidad, le pillase lo mejor preparado posible. Con 20 años encaraba las carreras con la maestría de un veterano y el hambre de un adolescente. Ahora mismo, la injustica y la impotencia de los títulos perdidos estos años ya poco importan. Sus victorias quedarán para siempre en el recuerdo, y se revisitarán para honrar su legado. Pero, ahora mismo, todo eso ha pasado a un segundo plano. Ahora mismo, solamente hay una rabia y una impotencia infinitas por la mayor de las injusticias: saber que la victoria del pasado finde en Motorland no volverá a repetirse y, sobre todo, que con las condiciones de seguridad que se le deben exigir a un circuito como Magny-Cours y a un campeonato como el JuniorGP, seguramente Borja seguiría entre nosotros. Porque en todas las fatalidades resulta inevitable dar vueltas a qué es lo que pudo hacerse diferente para evitarla. Pero esta vez, lo que reina en el paddock es la certeza de que no solo se pudo hacer mucho más para impedirla, sino que es intolerable que no se hiciera. Ojalá, al menos, sirva para aprender y evitar que se repita. Descansa en paz campeón. El motociclismo no te va a olvidar jamás. Borja Gómez celebra su victoria en Motorland para recuperar el liderato del ESBK Superbike 2025
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