14/05/2025 15:01
Hace ya años que el Mundial de MotoGP vive gobernado por una especie de monarquía absoluta, marcada por el excesivo poder acumulado por los reyes y donde Ducati ha sido la encargada de reformar una institución hasta entonces gobernada por 'la gracia de Dios' de las marcas japonesas. Las creencias de las firmas niponas fueron quedando obsoletas ante la imposición de la razón, cristalizada en esa obra de la ingeniería llamada Ducati Desmosedici que marca el comienzo de la Ilustración en MotoGP, con ese moderno Luis XVI llamado Gigi Dall'Igna llevando más allá fuentes de inspiración tradicionales que oscilan entre la duda metódica de René Descartes en filosofía y las leyes generales físicas de Isaac Newton. Dall'Igna fue reformulando incluso lo que se entendía por moto hasta terminar imponiendo un nuevo concepto; convirtiendo aquellas estilizadas máquinas de no hace tantos años en poco menos que muebles con ruedas. Todo ello con la innegable evidencia de que eran más rápidas y mejores… por mucho que al espectador le pareciesen cada vez más horrendas y antinaturales. Dicho de otra forma: 'Todo para el pueblo, pero sin el pueblo'. Johann Zarco en el podio del Gran Premio de Francia de MotoGP 2025 en Le Mans En cuestión de un par de años terminó completamente con el Antiguo Régimen de Honda y Yamaha… pero acabó instalando su propio absolutismo, dividiendo por completo a la parrilla de MotoGP, donde solamente vivían bien los miembros de esa realeza llamada Ducati, condenando al resto de las marcas a repartirse las migajas de los gobernantes. Evidentemente el malestar fue creciendo poco a poco y resultó inevitable la aceptación de unas nuevas reglas, que entrarán en vigor en 2027. Lo que pasa es que algunos tenían más prisa. Sobre todo, los más mayores, claro. Y así, el 11 de mayo de 2025, MotoGP vivió su propia Revolución Francesa en el icónico trazado de Le Mans, donde más de cien mil personas se congregaron para asistir a la particular Toma de la Bastilla de las dos ruedas. Ya un día antes había llegado el primer conato de motín a cargo de Fabio Quartararo, que por segunda vez consecutiva arrebató el lugar preponderante de la parrilla a los pilotos de la marca italiana. Sin embargo, horas después, su pequeña rebelión quedó sutilmente aplastada por tres de las Desmosedici en el Sprint. El domingo todo cambió. El cielo amaneció revuelto, anticipando un ambiente de insurrección que fue yendo de menos a más hasta llegar a la sublevación de media parrilla. La vuelta de calentamiento actúo de detonante y, en cuestión de diez minutos, el caos se apoderó de MotoGP. Johann Zarco esquiva la caída múltiple de la primera vuelta Caídas, cambios de motos, vueltas largas, pilotos doblados… el caldo de cultivo era ideal para dar un auténtico golpe de estado a la categoría y terminar con la tiranía de Ducati, que habían gobernado con mano de hierro durante 22 años (grandes premios) consecutivos, igualando el reinado más largo de Honda en el Antiguo Régimen de 500cc. De repente, cuando el humo se disipó tras el fragor de la batalla de los primeros giros, los espectadores galos congregados en el icónico enclave automovilista del Pays de la Loire tuvieron que frotarse los ojos dos, tres y hasta cuatro veces para cerciorarse de que lo que estaban viendo no era producto de su imaginación. Aprovechando la confusión creada por las condiciones, y aprovechando su mejor conocimiento del terreno y sus circunstancias para desarrollar la estrategia perfecta en un momento delicado, Johann Zarco había penetrado en la inexpugnable fortaleza ducatista y se defendía con uñas y dientes del icono más reciente de la Ilustración: Marc Márquez. Y así, después de media hora interminable, los franceses vivieron una victoria inédita para la gran mayoría, ya que el anterior triunfo local en suelo galo tuvo lugar allá por 1954, cuando Pierre Monneret se impuso al italiano Alfredo Milani, compañero en Gilera, por 16 segundos en el trazado de Reims. Johann Zarco jaleado por el público en Le Mans rumbo a un triunfo histórico Seguramente muchos de los presentes ni habían oído hablar de aquello y, los que sí, lo habían recibido como esas leyendas que se transmiten por tradición oral con la consiguiente pérdida progresiva de veracidad. De ahí que muchos nos creyeron que fuese posible hasta que vieron, con sus propios ojos, a Johann Zarco pasar bajo la bandera a cuadros ondeada por el mítico Bibendum de Michelin. Al igual que sucedió con la toma de la Bastilla, la importancia del triunfo de Zarco ante las Ducati se debe a su valor simbólico contra el poder absolutista de las Desmosedici, más allá de la relevancia política y estratégica que pueda tener en el presente más inmediato de MotoGP. Lo más probable es que lo que resta de 2025 y el próximo 2026 sigan siendo dominados de forma autoritaria por Dall'Igna y su ejército. Sin embargo, si en 2027 las motos dejan de ser estanterías y el poder vuelve por fin a emanar del pueblo (los pilotos), los historiadores del futuro recordarán el 11 de mayo de 2025 como el día en marcó el fin del despotismo ilustrado con Johann Zarco como el héroe de la insurrección.